Bienvenidos a este humilde pero sincero espacio. Aquí escribo mis pensamientos, cosas que me preocupan, algunas vivencias, historias que conozco... lo que me dicta el corazón para compartirlo con otras personas, es una manera de saber que no estamos solos en este mundo virtual y poder hacerlo más real y cercano. Me gusta escribir y me siento bien haciéndolo, ojala estás letras lleguen a ustedes como yo quisiera. Siéntanse libres de comentar lo que deseen. Gracias por estar aquí.

miércoles, 30 de enero de 2013

Tenemos que defender nuestro espacio



Una amiga me comentó que está estresada, angustiada y que no hacía más que pelear. Le pregunté si tenía problemas en casa y me respondió que no, pero me confesó que nunca tiene tiempo para nada. Me pareció saber de qué estaba hablando pero quise confirmarlo para no meter la pata y le pregunté que a qué se refería. Entonces llegó la confesión esperada, con un suspiro dijo: “El día no me alcanza, el tiempo se me va entre el trabajo y la casa, cuando llego no sólo me ocupo de todas las cuestiones del hogar (comida, limpieza, lavado) sino que además estoy en función de todos, de mis hijos en cuanto a sus problemas y las tareas escolares y de atender a mi marido que llega cansado, así es día tras día. Total muchas veces no están conformes con nada y sólo me critican cuando algo no les conviene. No sé desde cuando no salgo a tomar un respiro porque cuando paseamos lo hacemos todos juntos y sigo en función de todos ellos. Ya no me siento despreocupadamente a escuchar música o a leerme un buen libro, ni siquiera veo a mis amistades porque no tengo tiempo”.
Entonces sabiendo el terreno que pisaba me atreví a decirle que ella necesitaba darse un espacio para salir, disfrutar y relajarse con sus amigas porque las labores de la casa y el trabajo en ocasiones son agobiantes. Y si seguía así al final lo que se iba a sentir descontenta con su vida y volverse apática hasta que no aguantara más. Se quedó mirándome muy seria y me dijo “Estás loca, si yo hago eso que dices de salir con mis amigas tengo que dejar abandonada mi casa y mi familia”.
Me sonreí y le dije que no era así, que muchas mujeres lo hacemos y que simplemente tenía que planificarse un tiempo para ella sin dejar de atender a la familia y la casa. Que era necesario que le hiciera entender a todos que el tiempo de ella había que respetarlo como mismo ella respetaba el espacio de todos, porque esa era la única manera de poder vivir todos en armonía, libre de tensiones. Por supuesto me llevó un rato convencerla de que no estaba abandonando a nadie pero lo logré.
Normalmente cuando las relaciones de pareja comienzan a formalizarse, se tiende a pasar del “yo” a “nosotros”. Se dejan de hacer planes individuales para organizar actividades en común. En definitiva, se piensa por los dos. Pero para que la relación y la familia tengan éxito verdadero de vez en cuando hay que pasar al “yo”. Es hacernos valer individualmente, hacernos respetar, querernos y hacer cosas que a uno le gusta. Es importante que tanto mujeres como hombres, busquemos espacios propios, más allá de la vorágine cotidiana, es necesario que existan los momentos para hacer algo que nos genere placer. Hay quienes encuentran su cable a tierra en la pintura o en las reuniones con los amigas, o simplemente en una ida al cine. Es lamentable que estas cosas siempre se vean postergadas por el trabajo o por la familia. Hay que poner límites en horarios y quehaceres. No es tarea fácil, pero tampoco imposible.
Este tema, muchas personas no lo entienden, unas por egoísmo y otras por masoquistas. Por eso cada cual tiene que defender su espacio y eso nada tiene que ver con el amor y la dedicación a la familia. En primer lugar si no sentimos amor por nosotras mismas y nos dedicamos tiempo para con nosotras, no podemos llevar adelante a la familia que es la base de la sociedad.
Con el tiempo tanto agobio nos hace sentirnos descontentas y terminamos teniendo ganas de huir de todo. ¿Quién de nosotras no ha sentido alguna vez en su vida la necesidad de huir? Poner tierra de por medio entre su persona y su vida. Esta necesidad de huida en ocasiones ocurre por mal de amores, pero también muchas veces compartiendo la vida con la persona amada, las circunstancias y la presión que todos ejercen sobre nosotros nos hacen caer en la desesperación de necesitar ese alejamiento de nuestra vida para poder respirar y vivir en paz. Sin presiones, sin que nadie nos pregunte o nos juzgue.
En una pareja comienzan los problemas cuando se niegan ese espacio (sea quien sea de los dos) y se producen grietas, crisis, que ponen en tela de juicio el desarrollo de la relación y la estabilidad familiar. Este tema es parte de la buena convivencia. Hasta el más sociable se satura con la demanda del otro; y no por eso cualquier intento de buscar tranquilidad lejos de la gente significa egoísmo. El problema surge cuando ese pequeño/gran anhelo de "libertad" choca con esa también pequeña/gran exigencia emocional de “si tú no estás conmigo no me quieres” ese uno de los paradigmas más difícil de digerir.
En el fondo hombres y mujeres queremos lo mismo un espacio solos, por eso cuando vivimos en pareja tenemos que respetar los deseos del otro. La tendencia a renunciar a las propias necesidades es demasiado potente en nosotras, y me parece que de fondo hay un factor cultural que determina una diferencia genérica: somos más culposas, creemos ser indispensables, omnipotentes, creemos que en casa hacemos todo mejor, aprendimos este modelo de nuestras madres... o sea, la necesidad existe, pero los condicionamientos son más fuertes. En primer lugar tenemos que cambiar nuestra forma de pensar en ese sentido y lograr que todos en casa colaboren con las tareas, además de dejar que cada cual aprenda a resolver sus propios problemas.
El Universo tiende al caos y la entropía, dice la segunda ley de la termodinámica. Y con él, nuestra vida diaria, que se encuentra cada vez más anegada por artilugios extraños, obligaciones que nunca sospechábamos que tendríamos y toda una serie de servidumbres laborales o familiares que, al contrario de lo que podríamos pensar, no nos hacen más felices. Luchar por disponer cada día de un tiempo para nosotros mismos no implica querer menos a nadie, hay que comprender que este espacio es necesario para el bienestar de la pareja y de la familia. ¡Por Dios! Estar todo el tiempo en función de los demás y estar todo el tiempo pegados a nuestra pareja, estar unidos y al servicio de los otros las veinticuatro horas del día los siete días de la semana, sin dudas se convierte en una pesada carga y no por falta de amor.
Aparte de ser madres, esposas, hijas… somos personas. No podemos dedicarnos a la familia por completo las 24 horas del día porque terminamos deseando “escapar” de nuestras obligaciones. Por eso necesitamos tener tiempo para nosotras, es mas, lo declararía obligatorio porque se gana en salud mental y al final es bueno tanto para padres como para hijos. Querer estar un momento a tu aire, sola o con una amiga sin nadie más, ir al cine o a tomarse una cerveza, no nos convierte en unas brujas malas madres y esposas.
Como muchas de nosotras yo también he sentido esa necesidad de huir cuando estoy muy agobiada y no dejo de darle vueltas a las cosas que me preocupan. Pero huir no significa poner tierra de por medio literalmente, sino darme mi propio tiempo, ese espacio que me brinde la paz que necesito. La familia (pareja e hijos) por mucho que nos quieren muchas veces, egoístamente, piensa sólo en ellos, en sus necesidades y problemas. Y nosotros al concederle más importancia de la necesaria terminamos cayendo en la desesperación y el estrés.
Hace mucho tiempo que aprendí a defender mi espacio, dónde sólo me ocupo de mí, de lo que realmente quiero y necesito. Escuchar música, ver una buena película, leer, caminar disfrutando de todo lo que me rodea, sentarme a disfrutar de la belleza del mar sin preocuparme de nada más, compartir con mis amistades... El tiempo que paso junto a mis amigos constituye un remanso en medio del mundo real. En especial con mi hermanita que es perfecta para sacarte de la rutina o del agobio porque generalmente tiene las propuestas más inesperadas. Es de naturaleza divertida, impulsiva y a veces algo infantil, pasar un rato con ella revitaliza a cualquiera, al tiempo que alivia las preocupaciones. Es perfecta para salir a caminar, a tomar tragos, dar consejos acerca de hombres o simplemente para reír.
Para terminar, amigos míos, les ratifico que defiendan su espacio porque ese tiempo es lo que les dará fuerzas y energías para seguir luchando por la vida y por esa familia que nos necesita y a la que tanto amamos.

viernes, 25 de enero de 2013

¿Llorar o reír?



Sería ideal que la vida fuese como un álbum de fotos porque en mi álbum podría elegir los mejores momentos y reír a carcajadas, hasta de mi misma. Y también podría arrancar todas esas fotografías donde lloré hasta agotarme y deshacerme así de todos mis malos momentos, quemarlos para olvidarlos. Pero eso sería demasiado fácil. Por eso he aprendido como andar por encima del sol sin quemarme los pies.
Pienso que mientras más amo, más elevo el impacto de mi actitud en la vida porque la actitud muchas veces es más importante que los hechos, que el dinero, que el pasado, que las circunstancias, que los fracasos o los éxitos; que lo que la otra gente piensa, dice o hace; es más importante que la habilidad física o capacidad mental. La actitud puede destruir una compañía, una asociación o un hogar...
No puedo cambiar el pasado, ni controlar el futuro, ni controlar cómo actuarán otras personas. Lo único que puedo hacer es controlar mi propia actitud. Estoy convencida de que la vida es un diez por ciento lo que sucede y un noventa por ciento cómo reacciono a ello.
Muchas son las veces en las que creemos que no podemos más, en las que sentimos que no queda nada por lo que seguir adelante, nos sentimos tan y tan pequeños frente a algunos problemas que sin pensarlo nos escondemos, huimos... Sin darnos cuenta nos convertimos en cobardes, en personas que antes eran fuertes pero que ahora se dejan vencer por lo más mínimo. ¿Sabes? Ante determinadas situaciones es mejor sufrir al principio, aunque te duela. Solamente así nos haremos más fuertes y comprenderemos que no todo tiene solución, pero hay que seguir adelante. Es de valientes sonreír cuando tu corazón quiere que llores. ¿Llorar…? No, eso es de tontos. Yo prefiero joder a los que me quieren ver triste y sonrío.
Una cosa puede llegar a ser perfecta hasta que algo o alguien lo estropea, o simplemente un contratiempo y después es muy difícil volver atrás, y mucho menos recuperar el tiempo perdido. En esos momentos sólo hay que recordar que la cosa más bonita que existe es una sonrisa y que con ella todo será mucho más llevadero. El amor, por ejemplo, puede llegar a ser perfecto, pero a veces una persona o un sentimiento puede eliminarlo por muy grande que sea. Cuando lo vives te das cuenta de que la vida es realmente como un sueño que por mucho que lo quieras controlar no puedes, algo siempre sale mal, lo mejor es no desesperarse y no rendirse.
Nada de lo que acontece es casualidad, todo tiene su causa. Cada amanecer trae su atardecer, cada sonrisa su lágrima y cada nacimiento su partida hacia el más allá. El sufrimiento pasa, pero lo sufrido es eterno. La enseñanza perdura, cuando más desnudo esté nuestro interior, mayor sabiduría podremos alcanzar. Lo real es que de nada sirve ganar el universo entero si no sabemos quienes somos.
Por eso a menudo me río de todo aquello que ayer me hizo daño, de lo tonta que fui en ocasiones, de todo el tiempo perdido, de todo lo que se me escapó de las manos, de lo que dejé por el camino por haberme equivocado. Sí, muchas veces me río por no llorar.
Hablando de reír… Todo el tiempo recuerdo su forma de reír, ¡Dios qué risa tiene! Es una carcajada limpia y fresca, totalmente natural. ¿Y su sonrisa? No miento cuando digo que tiene la sonrisa más preciosa del mundo, yo al menos no he visto nada parecido. Me hacía vibrar, sonreír… siempre deseé que nunca dejara de hacerlo. Es él, simplemente él.
Decididamente, amigos, es mejor reír que llorar, hasta en los momentos máas difíciles la risa nos ayuda a seguir.

miércoles, 23 de enero de 2013

Una decisión



Aunque nos equivoquemos no podemos evitar tener que decidirnos cada día por las múltiples diferentes opciones que se nos presentan en la vida, sea cual sea nuestro estado de ánimo. La vida está llena de decisiones pero es difícil tomar una decisión. A veces, aún reflexionando detenidamente podemos equivocarnos. Como dijo la escritora y periodista española Rosa Montero: “Todos llevamos nuestra posible perdición pegada a los talones”.
Desde las cosas más insignificantes: qué como, qué me pongo, voy o no voy, lo hago o no lo hago; hasta las más difíciles: me caso, me divorcio, me separo, no me caso, esta carrera o la otra, este trabajo o el otro, etc. Hay momentos en la vida en los que en un solo instante tomas una decisión que cambia irremediablemente el curso de las cosas. Cuando decides tirar para adelante; cuando decides quererlo o no quererlo; cuando le disparas a alguien; cuando decides mentir, traicionar, ocultar o cruzar la línea… ese instante, esa décima de segundo hará girar todo al lado oscuro o inundarlo de luz, puede hacer de ti un héroe o un criminal, puede llevarte al cielo o al infierno, pero siempre será un lugar del cual no podrás volver atrás.
Si tuviera que definir lo que es vivir, diría que no es más que tomar una serie de decisiones y afrontar sus consecuencias. Suena sencillo, pero está lejos de serlo. A veces decidimos desechar cosas por motivos que uno cree acertados y lo mismo ocurre con las personas… y no es malo guiarse por lo que creemos firmemente, lo terrible es que después, un día mires a esa persona y te des cuenta de lo que has perdido, de las conversaciones, las risas, los abrazos, las miradas que podrían haber sido pero no fueron… y te des cuenta de que no fue por culpa del otro sino que únicamente FUE POR CULPA TUYA.
Siempre me he dicho para mi misma que el secreto de una vida plena es tener más comienzos que finales. Hoy tengo ganas de empezar el mejor de los días y con la mejor de mis sonrisas, porque la vida es un reto y hay que afrontarlo, es un juego que hay que jugar, es preciosa y se necesita cuidarla, es riqueza y hay que conservarla, es un misterio y hay que irlo descubriendo, es amor para gozar, es tristeza para superar, es una aventura que me gusta vivir, es felicidad y me la merezco, es vida y la defiendo. En resumen es sentir en cada instante lo que vivo.
Cada día me hago 1000 preguntas, de las cuales 999 son sobre ti y es que no hay un minuto que no piense en ti, en nosotros. La inseguridad que me invade es incontrolable, ya no sé nada, si seguir, si dejarlo, si amarte. Me muero por mirarte y preguntarte todas mis dudas y así poder decidir a qué sentimiento debo hacer caso.
Es de héroes sonreír cuando el corazón esta destruido; es de humanos errar y tener ese deseo de volver a empezar; es de héroes tener la cabeza en alto cuando la vida te da miles de razones parar agacharla, para llorar y detenerte; es de humanos tener miedo porque el humano sin temor no existe. No hay personas perfectas, no existen las líneas rectas, y lo que menos se busca es lo que se encuentra.
Hoy quisiera estar en tus brazos y sentir en tu pecho los latidos de tu corazón... sentir el roce de tus manos, el perfume de tu piel, los besos de tus labios tan divinos… Escuchar cada palabra pronunciada por tus labios en muestra amor intenso, de tu amor tan mío como lo ha dictado el tiempo o tal vez el destino... Hoy quisiera ser el tiempo y poder llegar hasta mi rumbo que es unirme a ti...

martes, 22 de enero de 2013

Un beso




Es algo que no se enseña en los colegios y aunque lo vemos en las películas miles de veces, la verdad es que no hay nada como sentir un beso de amor. Es golosina envuelta en ilusión tentativa que busca el alma en un viaje vertiginoso con alas de ternura, sin duda los besos son la puntuación del amor. Con un beso de amor se pierden los temores del corazón y se comparte la pasión, la alegría, el deseo y hasta la melancolía. Cada persona besa de forma diferente y cada persona disfruta con diferentes formas de besar. No existe una única forma "adecuada" de besar pero si hay que buscar la que disfruta más la otra persona.
Para disfrutar un beso francés hay que ir con lentitud, sin prisas. Es tentador besar algunas veces más profundamente, explorar los deseos, los tiempos y los ritmos del otro en el arte de besar. Para eso hay que tener en cuenta el lenguaje del cuerpo mientras dura el beso, es decir sus suspiros, gemidos o la devolución del beso con mayor intensidad, eso son buenas señales. Cuanto mas besas a una persona, más confortable te sientes besándola y eso permite desarrollar un estilo propio que le guste a los dos. Los besos no tienen límites y pueden darse y recibirse de muchas formas y en muchas partes del cuerpo.
Un beso es mucho más que juntar los labios. Siempre viene cargado de sentimientos y de una información, que si le prestamos atención, es capaz de resolvernos todas nuestras dudas. Con un beso podemos saber si atraemos a esa otra persona, para iniciar una relación o si simplemente es atracción sexual. Hay estudios que revelan, que un simple beso revela el grado de compatibilidad entre dos personas.
Más allá del uso social del acto, la boca, los labios y la lengua, son zonas erógenas que se despiertan en un primer contacto íntimo y extienden la alerta que en forma de placentero cosquilleo nos recorre el cuerpo cuando recibimos un beso de amor. Ese primer beso es clave para el futuro de la relación. Digan lo que digan, las mujeres los preferimos cariñosos, que nos inspiren pasión y también confianza en la otra persona. El beso es la expresión por excelencia del cariño y el amor.
Según la bibliografía científica, el beso apasionado libera oxitocina, esa hormona que participa del enamoramiento, el orgasmo, el parto, la lactancia, y que está asociada a la ternura, a lo afectivo, al sentido del tacto. La pasión, por su parte, libera adrenalina y eso incrementa el ritmo cardiaco, la tensión arterial, y la glucosa en sangre, de ahí que el acto mismo de besar sea un remedio suficiente contra la depresión y otros males del espíritu. ¡Dios!, por eso es tan divino.
No hay reglas que digan lo que debe durar un beso, si lo disfrutas compártelo hasta un final común... Las manos son importantes porque pueden hacer un beso más romántico, más pasional. Besar no es sólo una cuestión de "técnica" sino también de sentimiento, si una persona te hace florecer los más bellos sentimientos el beso más espontáneo y torpe puede convertirse en el más bello y en el mejor beso. Sólo el amor puede proveer un beso mágico. El beso perfecto, el beso de ensueño es cosa de dos.
Es increíble que durante mucho tiempo besarse fue un acto prohibido, pecaminoso, admisible solamente en la intimidad y que incluso en esas circunstancias, más que sonrojo, era motivo de vergüenza para muchas mujeres. Afortunadamente las costumbres han cambiado y besarse se ha convertido en un saludo frecuente y hasta en una moda para ciertas generaciones. Existe el beso en una mejilla o en las dos que se emplea como saludo informal, el beso afectivo (ya sea en la frente, la mano o la boca) y hasta el beso de Judas. No obstante el acto de poner los labios de una persona sobre los de otra, permanece como un ingrediente obligado y certero de la seducción.
El mejor consejo para besar es que lo sientas de verdad y seas tu mismo. El ingrediente más importante para dar el mejor beso está en los sentimientos. Si hay amor, la pasión compensará cualquier falta de técnica, porque el amor hace que cualquier beso sea bueno y sin duda un buen beso puede alegrarle el día a cualquiera.
Un beso puede mover montañas, ablandar duros corazones, conmover almas indiferentes y hacer sollozar de amor. Y en esta categoría se encuentran los besos súper buenos, esos besos que das y recibes de alguien por quién te mueres de amor. Besos con sabor a miel, largos, eternos… húmedos, tiernos, suaves, tibiecitos, apasionados, desesperados, de reconocimiento carnal, de lenguas vibrando de emoción, de labios unidos por el deseo. Besos de gloria que te transportan a un lugar cercano al paraíso.
Cuando yo siento tus labios en los míos tú eres todo mi universo porque el mundo que me rodea desaparece de mi mente, para quedar sólo tú y yo. Si besar fuera un pecado nosotros no tendríamos perdón de Dios. Tus besos son dulces y apasionados, ardientes y acalorados, tu beso es de fuego, nunca olvidaré la primera vez que me quemaste con unos de esos besos.
Los días se pasan sin ti, las noches se alargan sin ti, sin tú amor sin tus besos. Un beso es un dulce murmullo que despierta anhelos locos del corazón y sentimientos profundos. Tan pequeño es un beso y tan grandes sus posibles consecuencias, tan extenso su repertorio… por eso… tan solo bésame.

martes, 15 de enero de 2013

Enardezco



Tu viaje se ha extendido más de lo esperado y ya no puedo más con tu ausencia. Te extraño tanto. La mañana está lluviosa, húmeda, se siente frialdad… he salido para hacer unas compras, mis pasos son lentos e inciertos, me detengo a comprar un café (que finalmente no tomo porque está malísimo), contesto algún que otro saludo y sigo caminando sin percatarme que no voy a mi rumbo previsto voy directamente a casa.

Entro, todo está en penumbra, hay olor a humedad, la casa lleva días cerrada. Abro algunas ventanas. Estoy cansada, vago por las habitaciones unos instantes, me dirijo a la cocina y pongo a colar café. ¡Cuánto te extraño, por Dios! Los días se me hacen más largos de lo normal. Cuando no estas nada tiene sentido. Tengo ganas de que vuelvan a encontrarse nuestras miradas, abrazarte, sentir tus labios, ganas de sentirme feliz y en ese momento intentar detener el tiempo para sentirme eterna a tu lado. Tengo tantas ganas de ti y de todo tu mundo que es mi universo. Te echo tanto de menos, constantemente te pienso, te sueño, te deseo. Echo de menos tus besos, tu piel, echo de menos hasta cuando dices mi nombre.
Bebo mi café en silencio. Me dirijo al cuarto y me tiendo en la cama a fumar un cigarrillo mientras abrazo tu almohada. Pensamientos calientes asaltan mi mente y humedecen mi entrepierna. Cuando te pienso enardezco, al igual que enardezco cuando siento pasear tu lengua al filo de mi encaje, cuando aprietas mis nalgas preso del deseo, cuando tu aliento recorre mi espina dorsal... sí, me superan las ansias de ser poseída por ti, el deseo de que profanes mi sexo, de que tus manos sean las que marquen la posición de mis pechos, de que el norte de tu verga apunte hacia mi ombligo. ¡Dios!; opto por darme una ducha relajante que seguramente ayudará a apaciguar mi hambre de ti.
Siento correr el agua sobre mi piel, tibia, arrastrando los restos de jabón y te imagino junto a mí, acariciándome, le doy al grifo del agua fría y termino de bañarme. Salgo de la ducha, me seco y me perfumo, como si te esperara aunque ya sé que hoy tampoco vendrás. Decido preparar algo de comida y dejarlo en el refrigerador para si llegas en la madrugada. Ni siquiera me visto, solamente tengo puestas mis bragas y para no quedarme desnuda me pongo una camiseta. Preparo un trago, pongo un poquito de música porque tanto silencio es peor.
Estoy entretenida en la cocina en mis quehaceres mientras bebo y tarareo la canción, por eso no oigo la puerta. Siento unas llaves caer sobre la mesa y pasos acercándose, el corazón me da un vuelco y vuelvo ligeramente mi cabeza para ver como te acercas con una sonrisa dibujada en el rostro. Me vuelvo completamente, te miro a los ojos, sonrío y muerdo tu labio inferior antes de besarte apasionadamente dejando que nuestras lenguas se reconozcan; me aprietas contra ti en un abrazo que me deja sin aire y murmuras: “¡Cómo te he extrañado!”.
Tienes una barba incipiente y cara de cansado, pero ojos de deseo, me dedicas una pícara mirada a la que yo respondo con un “Me sorprendiste, ya no te esperaba hoy, ponte cómodo”. Me das otro beso y te vas hacia el baño, siento la ducha, es un baño rápido porque al instante regresas junto a mí, sólo llevas puesto un boxer. Me abrazas por la espalda y susurras mientras besas mi cuello: “Estoy hambriento, prepárame algo”. Te acercas a la botella que dejé sobre la meseta y preparas dos tragos, me ofreces uno y me vuelves a besar.
Te preparo algo ligero, me siento frente a ti y descalzo mis pies para ponerlos entre tus piernas, mientras comes charlamos de cómo te ha ido y de lo que he hecho yo en tu ausencia. Ambos estamos tratando de portarnos como adultos civilizados, no como animales sedientos. Mis pies acarician tu entrepierna mientras hablamos y comes sin dejar de mirarme. Estiras la mano a tu portafolio y sacas unos bombones que me has traído. Acercas uno a mi boca, acaricio tus dedos con mi lengua y acto seguido apreso el bombón entre mis labios para darle un mordisco. Ya he notado la dureza de tu sexo bajo mis pies. Me levanto y me acerco a ti por la parte de atrás de la silla, con mis manos sobre tus hombros beso tu cuello aspirando tu aroma. “Termina de comer”, murmuro. Ahora vuelvo.
Voy al cuarto, corro las cortinas y me dispongo a volver a la mesa. Al levantar la vista te veo apoyado en la puerta, mirándome descaradamente, con esa arrebatadora sonrisa que tanto me gusta. Te acercas y me abrazas, besándome y mordisqueándome el cuello, cosa que me pierde y lo sabes. Ya estoy desarmada, tu lengua irrumpe en mi boca explorando cada rincón, aumentando la urgencia que tengo de ti.
Sigues con besos… mi barbilla, mi cuello, hasta llegar a mis pechos… me has ido haciendo retroceder lentamente hasta llegar al buró donde se encuentra la computadora. Me sientas en él quedando tú entre mis piernas, no dejas de besarme y yo libero tu sexo que se muestra orgullosamente erecto. Tus manos no están quietas deshaciéndose de la camiseta y de mis bragas con urgencia, estoy mojada desde que me besaste en la cocina y lo notas al acariciar mi sexo, no podemos esperar más, entras en mí mientras mis piernas abrazan tu cuerpo y tu lengua juega con la mía en un beso que escandalizaría al más osado. El ritmo de tus embestidas aumenta y nuestros jadeos se hacen más intensos, hasta que llega el orgasmo.
Seguimos abrazados unos minutos y cuando nuestros cuerpos se calman, nos besamos y nos dirigimos al baño. Te metes bajo la ducha y me atraes hacia ti como siempre, nos enjabonamos mutuamente entre beso y beso. “No tienes idea de cómo te extrañé”, dices zalamero. “Ya me di cuenta” contesto sonriendo, mientras el agua resbala por nuestros cuerpos y nuestras manos con ella. Te sientas en el borde de la bañadera y yo me arrodillo ante ti, me sonríes, inclinas la cabeza hacia atrás al tiempo que tus manos acarician mi pelo. Te beso en el pecho, cerca del ombligo y voy marcando un camino de besos hacia abajo, mientras noto como el guerrero se rehace. Lo introduzco en mi boca para que mi lengua escriba placer en él, bajando y subiendo lentamente pero firme, hasta notar por tus gemidos y espasmos que estás a punto.
Me detengo, te levantas y me pones contra la pared, nuestros cuerpos bailan y se acarician al unísono, tu sexo roza mi hinchado clítoris y finalmente mi vagina lo apresa con unas ganas que parece que no pudieran ser satisfechas, y llegamos así a nuestro segundo orgasmo. Cansados, extasiados, te beso y te miro esbozando la mejor de mis sonrisas, apoyo mi cabeza en tu hombro, y satisfecha mi urgencia de ti, me voy relajando con las caricias de tus manos sobre mi espalda, y susurro en tu oído “Eres mi vicio”, a lo que tu respondes con una sonora carcajada para luego decir “¡Que diré yo!”.
Ya secos, nos vamos a la cama que abraza nuestros cansados cuerpos, esperando dormir un poco y descansar.
Aproximadamente dos horas después, enredados mis sentidos a las sábanas de tu cama, enredados tus brazos y manos a mi cuerpo, el descaro de la piel aflora, mis deseos emergen atrevidos al contacto del roce de tus dedos. Estás pegado a mi espalda y con cada roce, con cada beso, me dejo llevar. Estás callado, respiras profundamente, dejando el aliento en mi cuello mientras noto tu sexo duro y erguido, rozando mis muslos.
Esa idea me enciende, me volteo y disfruto de tus caricias, tu lengua pícara comienza su recorrido hacia mi ombligo, despacito, con una lentitud exasperante, mi respiración se agita, pero sigues con tu lentitud, deseosa de ti entre gemidos susurro “Te deseo”. “Shhhh, me tienes”. Tus manos no se están quietas y tu lengua corre en sentido inverso a mis ganas, te acercas nuevamente a mi sexo lubricado, desesperado y henchido de ganas de ti... pero lentamente vuelves a subir por mi cuerpo, me estás volviendo loca de deseo.
Esa lentitud desesperante y excitante… me va faltando el oxígeno y tu boca acude a la mía, esta vez salvaje, apasionada y atrevida, para después descender a un ritmo que enardece más, si es que es posible, mis sentidos. Miles de impulsos eléctricos recorren mi cuerpo al contacto de tu boca, “Quiero que entres en mí”, “Tranquila amor, el banquete no ha terminado”. Tus dedos vuelven a iniciar un masaje entre mis piernas, otra vez lento... placentero, rabiosamente placentero, pido más, quiero todo... me exploras con los dedos, con la lengua, que después de recorrer mi sexo va hasta la perla de mi deseo, que seguramente asoma brillante, me vuelve loca lo que me haces.
Jadeo, gimo, casi grito, “Cabrón, me estás matando”, y estallo nuevamente. No puedo más, necesito tenerte en mi, lo sabes… loca, deseosa, descarada, sin pudor… te pido que entres en mí. Tu sexo irrumpe salvajemente... “¡Dios, esto es el puñetero cielo!”. Quiero morir así, de placer, intensamente amada, deseada... siento tu calidez en mi interior, derramando tu placer... y escucho un “Te quiero” dulce susurrado en mi oído.
Derrotado mi sexo, satisfechas mis ganas, otra vez mojados el uno en las humedades del otro, nos besamos y nos dirigimos a la ducha de nuevo, esta vez de prisa porque ya es tarde.
Estoy feliz y no sólo por la sección de sexo que ha sido intensa, maravillosa, sino porque estás de regreso, nuevamente junto a mí.

viernes, 11 de enero de 2013

La vida



La famosa psiquiatra suizo-estadounidense Elizabet Kübler dijo: “Si se pudiera proteger a los acantilados de las tormentas, nunca podría admirarse la belleza de sus quebradas”. Creo que tiene razón.
Hoy me puse a pensar la importancia que no le damos a la vida, cuando ésta sin querer nos quita cosas, pensamos que es injusta y olvidamos que sin ella no seríamos quienes somos. Todos estamos llenos de momentos felices y nos sentimos morir cuando algo se termina. Cuando la vida parece ponerte un desafío, una reflexión puede ser tu respuesta.
Sentimos que la vida es dura cuando te hacen sentir mal, cuando crees que no hay nadie en quién puedas confiar, cuando te sientes sola... Cuando el más mínimo detalle te hace llorar o recordar cosas que te han pasado. Pero la vida es realmente dura cuando no la disfrutas, cuando no aprendes a valorar el hecho de respirar, porque el hecho de estar vivo es lo más maravilloso. Y se los digo yo que me han pasado muchas cosas…
A veces he escuchado decir: “No quiero tener hijos, porque solo se viene a este mundo a sufrir. Y quiero ahorrarles ese sufrimiento”. Pero… ¿Realmente la vida es así o nosotros la hacemos así? Lo que realmente nos hace sufrir, no es la vida en sí… son nuestras expectativas respecto a cómo debería ser el mundo o cómo debería actuar determinada persona. Por ejemplo, cuando te enojas con tu pareja porque no llegó a tiempo o no hizo lo que tú esperabas, lo que te daña no es tu pareja… son tus pensamientos y emociones con respecto a como debía actuar de acuerdo a la etiqueta del hombre o mujer perfecto que tienes.
Todos tenemos una naturaleza propia que hay que seguir y eso se refleja en hacer lo que más deseamos, lo que más nos apasiona. Cuando decidimos no seguir los impulsos del corazón y elegimos hacer sólo lo que conviene o lo que otros nos dicen, es como si construyéramos una ciudad artificial dentro de nosotros. Es decir, construimos un mundo en el que la conformidad es la regla y gradualmente comenzamos a percibir que no nos sentimos satisfechos porque nos sentimos prisioneros de las reglas sociales y las expectativas de otros. Y es entonces cuando invariablemente nuestra naturaleza comienza a querer imponerse y salir, porque la habíamos eliminado. La voz del alma comienza a gritar para que la sigamos y nos atormenta.
Cuando no seguimos los impulsos del corazón comenzamos a sentir señales de hastío y depresión, y ellas son las que te indican que algo no está bien. Puedes elegir suprimirlas, pero como en el caso de la raíz de un árbol cortado que lucha por salir debajo de una acera y la deforma, así nuestra naturaleza va a seguir exigiendo que sigamos los impulsos del corazón una y otra vez, afectando nuestro cuerpo mientras no lo hagamos.
Cuando estamos felices con lo que hacemos es como si ganáramos un “salario emocional” (eso lo leí en algún lugar) que no es más que el grado de emoción y satisfacción interior que sentimos al hacer las cosas. Recordemos que el cuerpo vive de comida y el espíritu de emociones. Si no ganamos dinero no podemos alimentarnos y por tanto adelgazar y enfermamos. Pero si no ganamos salario emocional es nuestro espíritu quien adelgaza y enferma. Aunque alimentemos bien el cuerpo, no olvidemos que las enfermedades del alma también afectan al cuerpo.
Vivimos en un mundo sumamente hipócrita y eso trae muchas falsedades. No entiendo a la gente creo que no hay nada mejor que mostrar los sentimientos tal cual son. Muchas personas disimulan lo que sienten, regalan sonrisas y marcan las miradas. Les gusta seleccionar los momentos con una fecha y dejar las historias sin final. Muchos dicen “te quiero” como si dijeran “hola”, regalan los besos y se ha convertido en rutina quitarse un calentón en cualquier esquina o parque a cualquier hora del día. Si son felices así… está bien, pero yo no puedo ser así. Cuando digo “te quiero” es porque te quiero de verdad, sin interés y con todas las consecuencias que conlleva hacerlo, puedo parecer un bicho raro, pero pienso que siendo de otra manera las palabras pierden su valor.
Es importante en la vida demostrar lo que sentimos porque la vida no es un sueño, en ella no hay ensayos y mucho menos en el amor, hay que aprender a comerse el mundo saboreando cada bocado con sinceridad, con intensidad… tenemos que aprender a pensar rápido en un instante decisivo, caminar con cuidado porque pisas una mina y lo destruyes todo, aprende que la vida es una mierda de vez en cuando y no esperes que cambie, aprende de los errores y nunca los repitas, aprende a abrazar y aceptar todo el calor que te está ofrece, aprende a dejarlo volar, no lo retengas, aprende que todo se termina alguna vez, aprende a asumir un “Esto se acabó”, aprende a estar con la vida y no sentirte un tonto.
Cuerpo y espíritu están unidos y las cosas que nos tocan el alma y nos impulsan a hacer lo que dicta el corazón son las que nos hacen verdaderamente felices. El fracaso no existe, existen los errores. Los hechos son los que hablan, bien o mal, siempre lo bueno o lo malo con el tiempo, se recompensa. Pero lo que nos hace crecer son las ganas de salir adelante, las ganas de ser tú misma, los propósitos, las metas, lo que quieres hacer.
Tal vez yo peco de ser una persona rencorosa, una persona que todo lo vive y todo lo siente, una persona que llora… pero lo cierto es que le he encontrado sentido a la vida y en vez de buscar mi mal prefiero encontrar mi bien, y por sobre todo siempre pensando que hay una vida que vivir. Gracias a las cosas buenas y malas de la vida soy la persona que soy, eso no lo olvido nunca, y hasta le agradezco a los que me han hecho daño porque me han hecho ser más fuerte. La felicidad llega en cualquier momento, todo en el mundo se termina, desde lo más hermoso hasta lo más molesto y doloroso. El amor tiene un millón de vueltas, a veces nos sorprende y nos da felicidad y a veces se transforma en algo doloroso. Pensando todo esto, crecí un poquito más.
He aprendido a ver la realidad tal como es y eso no me ha hecho dejar de reír que es lo importante. Ayer mismo, en la noche, tuve un pequeño disgusto por unas palabras que dijo alguien que quiero mucho pero al mismo tiempo una gran satisfacción por la respuesta de otra persona que también quiero mucho, la diferencia entre ambas personas es que el amor y la bondad que le sobra a él le falta a ella, por eso ella lastima sin pensar y sin necesidad a personas que la quieren, pero la vida la va a enseñar a base de golpes y eso me duele pero tiene que ser así porque ella no entiende con palabras.
El disgusto fue momentáneo para mí, no para mi hija que se vio envuelta en algo en lo que no tiene nada que ver ni le interesa y también quiere mucho a ambos. Para mí fue momentáneo porque he aprendido que no sirve el ORGULLO cuando existe la AMISTAD, como mismo no sirve llorar cuando un amor se va, que no vale la pena aprender a callar y que no existen fronteras cuando nos sentimos vivos.
Sé que a veces soy insoportable, no quiero saber nada de nadie, digo cosas de las que luego me arrepiento, hablo mal a las personas que más me quieren y que siempre están conmigo. Sé que a veces soy un poco egoísta cuando quiero escapar a otro lugar en el cual nadie me moleste o encerrarme en mi habitación y no saber nada de la gente que está a mí alrededor. Pero también sé que cuando estoy así es porque necesito que alguien me quiera de una manera diferente. Así que quiéreme aunque no quieras, aunque sea sólo un poco. Quiéreme por la mañana, por la tarde, por la noche, al irte a dormir, al despedirnos, al saludarnos. Quiéreme aunque no esté presente, quiéreme cuando te miro, cuando te hablo, cuando te quiera. SOBRE TODO QUIÉREME CUANDO MENOS ME LO MEREZCA PORQUE SERÁ CUANDO MÁS LO NECESITE.